¿Has escuchado hablar sobre alimentación intuitiva? No es un nuevo hashtag de Instagram, sino un término que encuentra su origen en 1995, gracias a las nutricionistas Evelyn Tribole y Elyse Resch.
No es de extrañar que quienes acuñaron este concepto hayan sido mujeres, puesto que hablan de esa parte femenina tan olvidada: la intuición. ¿Quieres saber de qué se trata?
¿Qué es la alimentación intuitiva?
Lo sentimos, pero antes de que te hagas falsas expectativas, tenemos que decirte que no va de atiborrarnos de pizza, o de comernos un kilo de helado mientras vemos una peli, al más puro estilo ‘Bridget Jones’. Se trata de comer lo que el cuerpo te pide, sin dietas castrantes, ni restricciones. ¿Fácil?, bueno, no tanto, porque nos invita a reconectar con el cuerpo y con las emociones. Así sabremos qué, cuándo y cuánto necesitamos comer.

¿Por qué no se trata de una dieta más?
Para empezar, tiene que quedar claro que esto no es una dieta, sino un estilo de vida. Bien sea por buscar una pérdida de peso, por salud, o por cualquier otra razón, la que más y la que menos hemos caído en un régimen lleno de reglas y restricciones.
¿El problema?, que ese plan se convierte en el enemigo. ¡Piénsalo!, no nos gusta que lleguen de fuera a imponernos nada. Las dietas son eso, una imposición externa, en lugar de una motivación interna. Querida, he aquí en quid de la cuestión.
Intuición, el sexto sentido femenino
Bromas aparte, la intuición es algo con lo que nacemos todos los seres humanos, aunque es cierto que las mujeres lo tenemos mucho más desarrollado.
Así lo concluyó un estudio que se hizo en 2014 por la Universidad Pompeu de Fabra de Barcelona y de la Universidad de Granada, entre otros. La intuición femenina existe y parece que tiene un carácter biológico. “Relacionado con la menor exposición prenatal a la testosterona que experimentan las mujeres en el vientre materno, que las predispondría a adoptar durante sus vidas un pensamiento ‘más intuitivo y menos reflexivo’ que los hombres”, recogen en la revista Psychoneuroendocrinology.
¿Qué pasa entonces con ese sexto sentido? La realidad es que siendo niños, nos van desconectando de esa vocecita interior, tanto, que dejamos de saber lo que realmente es bueno para nosotros.
Esta desconexión sucede a través de pequeños actos en apariencia inocentes. Cualquier Wowmum, por ejemplo, ha distraído a sus Wowkids con un trozo de pan para poder hablar con la amiga, ¿verdad? Fuera juicios, no se trata de que nos sintamos culpables, pero sí de que tomemos conciencia. Esto provoca que se vaya perdiendo ese diálogo entre cerebro y estómago.
Obligar a los pequeños a terminarse todo lo que hay en el plato, o recompensarlos por comer “bien”, no son más que actos de manipulación que los van alejando de la intuición. (Ojito con los restaurantes que regalan juguetes en sus menús).

Lo mismo sucede con los ultraporcesados, el exceso de azúcar y todo aquello a lo que nos hemos hecho adictos. Anulan nuestra capacidad de saborear y de optar por comida saludable, libre de los saborizantes artificiales que nos tienen enganchados.
Dicho esto, ¿no te parece sensato dejar que el cuerpo aprenda a regularse? Todo requiere un proceso y comenzar con una alimentación intuitiva no es algo que sucede de la noche a la mañana.
Si hay una regla de la alimentación intuitiva sería: comer solo cuando realmente tengamos hambre y dejar de hacerlo cuando estemos llenas.
Los 10 mandamientos de la alimentación intuitiva
Evelyn Tribole y Elyse Resch, las madres de la alimentación intuitiva, establecieron 10 principios básicos. Toma nota:
1. Rechaza la mentalidad de la dieta
Nos invitan a dejar de pensar en la comida como una manera restrictiva alimentarnos, donde el único objetivo es perder peso.
2. Respeta tu hambre
Para ellas, “aprender a escuchar las señales de hambre es crucial”. Centrándonos en nutrir el cuerpo, nos mantendrá alejadas de los excesos.
3. Haz las paces con la comida
¿Con toda?, sí, con toda. No pasa nada si un día nos comemos aquel litro de helado del que hablábamos antes, siempre y cuando sea un placer ocasional y no la forma en la que nos alimentamos.
4. Cero culpas en la alimentación intuitiva
Pues eso, dejemos de ver la vida en blanco y negro, si nos lo comemos, lo disfrutamos. Por cierto, ojito con las recetas de donuts saludables que te dejamos por aquí.
5. Pon atención a tu saciedad
De la misma manera que escuchamos el rugir del estómago, debemos hacerlo cuando nos dice ¡basta! Resch y Tribole recomiendan hacer una pausa en mitad de la comida para saborear y ver cómo vamos de hambre.

6. ¡Satisfacción plena!
La alimentación intuitiva nos dice que en lugar de suplir eso que tanto se nos antoja por una versión “light”, igualmente llena de ingredientes no tan saludables, nos comamos lo que deseamos. Afirman que al no tener nada prohibido, los antojos disminuyen y la sensación de satisfacción aumenta.
7. Conectar con las emociones
Para que todo esto resulte, el manejo de las emociones es crucial. Muchas veces calmamos la ansiedad con un trozo de chocolate, y esto no solo hace que comamos sin hambre, también tapa lo que estamos sintiendo. Realizar practicas que nos ayuden a ser más introspectivas, como algún tipo de meditación, es muy recomendable.
8. Honra tu cuerpo y haz una alimentación intuitiva
Las autoras de ‘Intuitive Eating’ afirman:
“Así como una persona con un tamaño de zapato ocho no esperaría exprimirse de manera realista en un tamaño seis, es igual de inútil (e incómodo) tener la misma expectativa con el tamaño del cuerpo“.
Evelyn Tribole y Elyse Resch.
Ya está bien de torturarnos con unos cánones inalcanzables. Cada una tiene el culo que tiene y no se trata de abandonarse, sino de aceptarnos, amarnos y cuidarnos.
9. Haz ejercicio
En lugar de contar calorías, vamos a quemarlas. Eso sí, hagamos algo que nos motive, bien sea salir a andar, montar en bici o una clase de boxeo… cada Wowmum sabe lo que necesita.
10. Para la alimentación intuitiva la salud es lo primero
Con todo lo anterior, debemos aprender a no sentir culpa y a saber lo que realmente es beneficioso para nuestra salud. Más allá de comida “mala” o “buena”, se trata de saber lo que nos sienta bien, para que comer sea una función biológica necesaria y placentera.
Como ves, comer debe ser un placer, sí, pero también va conectado a nuestra capacidad para saber qué, cuándo y cuánto.